De niño mi padre me hacía dibujos en el cuaderno yo los pintaba muy emocionado, pensaba que de grande dibujaría como él. Esto me llevo a la escuela normal de Ayotzinapa porque quería enseñar a los niños con esa emoción de como aprendía de mi padre, ahí estudie pedagogía y en talleres extracurriculares aprendi técnicas de pintura, siempre lo diferente hacía que mis trabajos fueran genuinos. Hoy llevo varios años trabajando con los niños y haciendo investigación educativa que permite transformar la realidad socioeducativa con una propuesta alternativa que parte de la recuperación de los saberes comunitarios. Y por supuesto que con la misma actitud de enseñar cómo mi padre lo hacia conmigo.