Dos retratos de una mujer desnuda flotan en un fondo negro. En el primero la mujer sentada abraza sus piernas. Ella es el ocaso. Su postura de oculta el rostro, el cuerpo se refugia en sí mismo, hay temor al contacto con el mundo.En el segundo retrato la mujer se expande apoyando la espalda en las manos, su pecho se abre y su rostro mira hacia arriba. Ella es el amanecer, su figura desea recibir aire y luz. Son dos estados vitales y opuestos, imprescindibles en el fluir de la vida.