La elegancia de la porcelana blanca y azul contrastan con la belleza de las flores en varios tonos de rosa. Las que ya acaban su efímera vida, caídas y como protagonista, iluminada, la gran rosa que preside la obra. Serenidad, tal vez soledad, en ese mar de terciopelo gris.
He querido transmitir la soledad y la belleza en estado puro.