De apariencia ingenua y armoniosa, el trabajo que aquí se presenta propone un desafío: lograr eludir la trampa del ojo... Read More
De apariencia ingenua y armoniosa, el trabajo
que aquí se presenta propone un desafío: lograr eludir la trampa del ojo para
asimilar que las formas que a primera vista se construyen en la mente como
figuras conocidas, no son otra cosa que puras manchas producto de una técnica
experimental practicada con esmalte.
Al mismo tiempo, este desafío es una
invitación a descubrir la fragilidad de todas aquellas cosas que se dan por
sentadas, sin detenerse a estimar el valor que contienen. El mundo natural que
se adivina en esta imagen, es una construcción articulada entre lo que el
sentido de la vista ha captado y la suposición que hace el pensamiento, por
pura necesidad de certezas. De la misma manera que supone el espíritu que todo
lo que conoce estará disponible de forma permanente. Pero así como la mancha no
es flor, el recurso de la tierra no es imperecedero.
Queda así abierta la reflexión. Que no
condicionen los sentidos la precepción, pues sujeta a ellos siempre será
limitada. Que no condicione la codicia la sobreexplotación de todo aquello
valioso que hoy endulza la vista y mañana podría resaltar por su ausencia…