Nací el 6 de enero de 1977 en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna, municipio del noreste de la isla de Tenerife, en el archipiélago canario, que constituye una comunidad autónoma dentro de España. Fui la más pequeña de tres hermanos, fruto del primer matrimonio de mi madre, Servanda, con Benigno. Estudié hasta cuarto curso en el C.P. Las Chumberas y luego nos mudamos a otro barrio próximo (Camino La Hornera), estudiando hasta octavo curso en el C.P. Montaña Pacho. Era buena estudiante y desde pequeña sentí fascinación por las artes y una habilidad especial para ello. Cuando tenía 11 años, falleció mi padre y, a los dos años, mi madre se casó con el que fue mi padrastro, Jesús. Por ello, en julio de 1991, cuando tenía 14 años, nos mudamos al municipio de Tegueste, no muy lejos de donde nací, que tenía un ambiente más rural. Empecé mis estudios de bachillerato en un instituto cercano (I.N.B. "Dr. Antonio Glez. Glez.", de Tejina), donde continué destacando como alumna y manifestando mis habilidades artísticas. En 1993 mi madre tuvo otro hijo con Jesús, un niño en el que yo puse todas mis ilusiones. En octubre de !995 ingresé en la Facultad de Psicología de la Universidad de La Laguna y estuve cuatro años seguidos estudiando, hasta que en 1999 abandoné mis estudios por problemas de salud, concretamente, por episodios de ansiedad y depresión. Fue en este momento, cuando busqué refugio en el arte, siempre respaldada por mi familia, y me dediqué a pintar láminas y lienzos de pintura al óleo que, en general, entusiasmaban a todo aquel que tenían la oportunidad de verlos e, incluso, logré vender algunos cuadros. Yo continué con mis problemas de salud, pero no dejé de pintar porque en el arte hallaba la belleza, la ilusión y la felicidad que necesitaba en mi vida. En septiembre de 2008, cuando yo empezaba a entusiasmarme con la pintura y a darme cuenta de que estaba encontrando mi camino, mi madre comenzó a mostrar síntomas de una enfermedad muy grave que los médicos diagnosticaron como colangiocarcinoma en el hígado diseminado. Tres meses más tarde murió y, en ese momento, tuve claro que yo tenía que ocuparme de mi familia. A pesar de esto, seguí pintando si perder nunca la ilusión, aunque ya no era lo mismo. En 2017, por problemas económicos en casa, fui a ayudar a mi hermana modista en su taller de costura. En esta época, escribí una novela fantástica y también practiqué dibujo, basándome en la historia que había creado. Como ayudante de costura, estuve dos años y luego me fui. En verano de 2019, mi padrastro empezó a sentirse mal, pero nunca quiso ir al médico. Cambió algunos hábitos, mostrándose más depresivo y metiéndose en la cama, hasta que un día ya no pudo levantarse. El médico fue a verlo a mi casa, pero nadie le convenció de que fuera al hospital. Siempre estuvo consciente y lúcido y, por ello, la ley lo amparaba para que se quedara en su hogar, si ese era su deseo. En enero de 2020 murió en nuestro domicilio, lo que me afectó muchísimo y dejé de dibujar, aunque seguí escribiendo. Luego se produjo la pandemia y salí muy poco de mi casa, dedicándome a pasar mi novela a medios digitales, corrigiéndola, argumentándola mejor buscando información en internet, etc. En enero de este año 2023, me apunté al Servicio Canario de Empleo y en marzo conseguí un trabajo dentro de un programa de formación y empleo en el ayuntamiento de Tegueste sobre jardinería y horticultura sostenible (ecológica). Cuando vi su anuncio en internet, supe que había encontrado una oportunidad de seguir adelante, de darle más sentido a mi existencia, de mostrar mi arte y de darle salida y visibilidad a unos cuadros que, aunque he conservado con esmero, estaban en el olvido. A día de hoy, estoy entusiasmada creando una página web para mostrar mi novela a todo el mundo y que pueda ayudarles a vivir como me ha ocurrido a mí.